En la calle Llobregós, en pleno centro comercial de Carmel, se anuncia la construcción de dos promociones de viviendas en dos solares en ruinas. Una la está ejecutando Building Group y otra, que se alzará en el lugar que ocupaba uno de los edificio afectados por el hundimiento del túnel del metro hace tres años, da a conocer ya la venta de pisos y plazas de aparcamiento.
El Carmel es, actualmente, uno de los pocos barrios de Barcelona donde se genera nuevo suelo, una de las mayores necesidades de la capital catalana. Las lonas que anuncian rehabilitaciones y nuevas construcciones se suceden en las calles del Carmel. El responsable de agencia Tecnocasa de la calle Pantà de Tremp explica que la demanda ha ido en aumento durante los últimos años. Inmigrantes y gente joven en busca de precios asequibles han llenado el barrio. “Otras oficinas no venden, pero nosotros nos mantenemos porque hemos conseguido que los propietarios se den cuenta de que hay que bajar precios”, afirma. Un piso de 65 metros cuadrados reformado cuesta, ahora, 200.000 euros.
Años cincuenta
El Carmel es una de las doce unidades territoriales que forman Horta-Guinardó, el tercer mayor distrito de Barcelona con 1.192 hectáreas de superficie. Sin embargo, los distintos barrios del distrito son heterogéneos y desvinculados entre si, de modo que las casas señoriales de Font d’en Fargas no tienen nada qué ver con el urbanismo desordenado del Carmel, provocado por la llegada masiva de inmigrantes en los años cincuenta.
El derrumbe del túnel del Carmel representó un toque de atención para la administración. El pasado febrero, dejados atrás los conflictos judiciales con los vecinos afectados por el hundimiento, el consistorio presentó una propuesta para remodelar el barrio. Además de crear una rambla con dos carriles subterráneos para los coches, propone demoler 750 viviendas, distribuidas en unas quince manzanas. La intervención se plantea con un horizonte de doce años.
El derribo diseñado por el Ayuntamiento supondría la creación de nuevas bolsas de suelo urbano en Barcelona, una de las principales carencias de la ciudad.De hecho, el plan contempla un presupuesto aproximado de 390 millones de euros, 76 millones de los cuales correrán a cargo del consistorio. El resto, provendrán, según las previsiones públicas, de promotores inmobiliarios.
El barrio se debate ahora entre la incredulidad y la desinformación. “Se supone que van a arreglar estas calles, pero no lo creeré hasta que lo vea”, se queja una vecina de la calle Dante, otro eje comercial del Carmel, cuya estructura económica se basa en el comercio minorista. En la Agència de Promoció del Carmel –dependiente del Ayuntamiento–, en la calle Llobregós, explican que aún no pueden dar información sobre las obras.
Primeros cambios
Pero sin necesidad de la aprobación de este plan –que actualmente está siendo discutido por el Ayuntamiento, los grupos de la oposición y las plataformas de vecinos y comerciantes del barrio–, el Carmel ya está cambiando. El hundimiento del túnel de metro provocó el derribo de edificios y la aparición de solares, por lo que el consistorio decretó una suspensión de licencias. Tal y como reconocen fuentes municipales, “algunos de estos terrenos figuran en la propuesta que hicimos”. En otros, algunas promotoras comienzan a tomar posiciones en el barrio.
Un agente inmobiliario de la zona confiesa que, entre sus competidores, la reforma ha sido aplaudida: “será más negocio, aunque falta tiempo para verlo”, dice. Aunque desconfiados por las consecuencias que puedan tener los derribos, los comerciantes también apoyan la reforma del barrio por las perspectivas para sus negocios.
Uno de los comercios afectados será la Administración de Lotería número 26 de Barcelona. Situada en la confluencia de Rambla del Carmel con la calle Dante, lleva más de treinta años regentada por la misma familia. El edificio en que está ubicado el negocio será uno de los primeros en desaparecer del barrio, si el plan que ha diseñado el Ayuntamiento sale finalmente adelante. Uno de los camareros de La Crema, un bar restaurante situado en la misma finca, dice mientras atiende a los clientes sentados en la terraza: “a nosotros no nos han informado, pero como todo esto va para largo... no nos preocupa”.
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